Creemos en el diseño puro – que surge a través de un profundo análisis del contexto y de la función combinado con visión y pasión por el cambio.

Matilde de Obarrio Mallet (1872-1964) pasó a la historia de Panamá por haber fundado la Cruz Roja en su país. Y por haber escrito un libro sobre la vida en su ciudad (Sketches of Spanish Colonial Life in Panamá –en inglés porque se había educado en un internado inglés y casado con el diplomático británico Claude Coventry Mallet). Ese libro, en el que ella recogió anécdotas que le explicaba su madre, es, fundamentalmente, un relato costumbrista de la vida de una mujer burguesa que, una vez casada, se veía obligada a vivir recluida “la calle era solo para los hombres”. Sin embargo, el escrito tiene un doble valor. De un lado está salpicado de informaciones curiosas –como el hecho de que los suelos de las casas se pulieran con cáscaras de coco y agua salada-. De otro, recoge la paradoja de alguien capaz de ponerse en la piel de los demás para fundar la Cruz Roja que, sin embargo, defiende la esclavitud como una mejor vida para todos: esclavos y señores. Esa Lady Mallet contradictoria da nombre, porque fue la primera dueña, a la casa del centro histórico de la ciudad de Panamá que el estudio El Patio Arquitectos acaba de remodelar.

En 1915 Lady Mallet declaró haber construido una casa de tres plantas en calicanto en unos terrenos del centro urbano pertenecientes a Nicolas Obarrio. Esa casa, ha sido acondicionada ahora, casi un siglo después con la idea de hacer convivir un ambiente contemporáneo en un edificio histórico. Las consigna de los proyectistas Patricia Alemán, Thilo Nuessgen, Catalina Bernat, Javier Moñivas era esa: hacer convivir con pasado y el futuro sin que ninguno de esos tiempos tuviese que perder. El cliente les había dado como referencia el hotel The Bowery, restaurado buscando el retroglamour de un Nueva York moderno. Y los arquitectos abrieron el espacio para sumar la amplitud de sus estancias y trabajaron con “líneas limpias y materiales –como suelos de roble o carpinterías de madera- que se pudieran asociar con una modernidad añeja”. El resultado es justamente eso: un ejercicio de convivencia en el que los cambios han podido hacerse sin que nadie haya tenido que perder.

En la fachada, restaurada por el estudio Hache y Uve, los arquitectos de El Patio solo intervinieron a la hora de establecer el esquema de conservación de colores.